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jueves, 9 de octubre de 2014

EL CASTILLO DE MENORES (Leyenda)



EL CASTILLO DE MENORES
Leyenda de San Juan del Río, Durango

San Juan del Río, Durango, es una pintoresca población por el rumbo de la carretera a Parral, Chihuahua, concretamente, en el km. 105, se encuentra el entronque a este poblado. A pocos kilómetros se encuentra el ejido de Menores y cerca de la población del ejido existe una interesante formación rocosa en forma de prisma rectangular, la cual ha sido tema de consejas y pláticas de los lugareños, que por generaciones la han custodiado, asegurando haber tenido avistamientos de naves extraterrestres.
Al viajar por la mencionada carretera, se pasa por la población de Menores y siempre llama la atención del viajero la forma tan peculiar y el tamaño de la montaña, de la cual se desprenden fascinantes leyendas e historias acerca de su origen.
Entre los habitantes de la zona se dice que dicha montaña es nada menos que un castillo encantado, mismo que alguna vez perteneció a una reina muy joven y extraordinariamente bella quien había despreciado la oferta de matrimonio que su padre había arreglado, mientras que éste, iracundo, recurrió a la magia negra y a la hechicería para convertir el enorme y lujoso castillo en una enorme roca.
Los habitantes cercanos comentan que durante mucho tiempo a ese lugar se le conocía como el “Castillo Encantado” mientras que con el paso del tiempo pasó a llamarse solamente “El Castillo”.
Los que si es cierto a lo que comentan por ahí es que a ciertas horas del día y de la noche se escuchan en el aire sonidos de clarines y cornetas anunciando algo, similar a los llamados que hacían para hacer una ordenanza real que tanto se mencionan en los cuentos o que vemos en películas.
También se dice que en cada Jueves Santo, justo a medio día, hay una enorme puerta que se abre dejando a la vista su lujoso y magníficamente hermoso decorado de su interior, se dice que quien logra ver eso queda asombrado por el exceso de belleza que alcanza a ver.

Un anciano de nombre Anselmo Gracia Rentería, dice que le tocó la suerte de ver este espectáculo, al cual simplemente no lo puede fácilmente describir, una escena similar a un castillo medieval, además de contener un enorme foso a su alrededor con furiosos dragones custodiándolo; en el pórtico hay un enorme puente levadizo que lleva al interior de la mansión.
La construcción entera esta esculpida con el mármol blanco más hermoso y puro, con torres, almenas y torreones en casa esquina que le dan el aspecto de fortaleza militar.
En su interior enormes salones y recepciones con paredes de marfil e incrustaciones de piedras preciosas como esmeraldas, rubíes, azules turquesas, moradas amatistas, blancos diamantes y ópalos de distintos tonos colocadas con finas láminas de oro puro.
Sus inmensos jardines están formados por plantas de lo más exóticas que sientan un aroma delicado y mágico que llegan a hipnotizar.
Don Anselmo recorrió todos los rincones del castillo, desde las más altas torres con acabados hermosos, hasta la mazmorra más fría a lo profundo del castillo, donde encerraban a los prisioneros y a los traidores para servir al final de sus vidas como alimento de dragones.
Comenta el anciano que lo llevaron con la reina quien le dijo: Mira Anselmo, yo, mi castillo, mi corte y toda la servidumbre estamos encantados hasta la consumación de los siglos y requiero de una persona de buena voluntad como tú, quien pueda ayudarme a romper este hechizo que nos ha condenado. Lo único que tienes que hacer es localizar entre las familias más notables de la región, a aquella que pueda regalarnos a un varón recién nacido, para que le cortes la cabeza y tomarlo de los pies para desangrarlo por completo y derramar su sangre sobre una piedra negra ubicada en lo más alto de la montaña, esto lo debes de hacer antes de que termine el jueves santo, antes de que el sol muera en el horizonte.
De romperse el hechizo Anselmo, mi reino resurgirá de la montaña a la vida normal, mientras que todos los pueblos cercanos a mi castillo desaparecerán para siempre, exclamó la extraña gobernante.
De pronto la reina rompió en llanto y don Anselmo se retiró del castillo impresionado por lo que sus ojos vieron, pero más impactado por lo que sus oídos captaron, pero sobre todo la decepción que lo invadió al no poder cumplir la encomienda que la soberana le había encargado para romper dicha maldición, en virtud de que el hacerlo muchas poblaciones desaparecerían junto con sus pobladores.
Al terminar Don Anselmo su narración, tomó un pañuelo rojo que usan todos los campesinos y se secó sus ojos que rompieron en llanto, todos los que escucharon la historia se quedaron en silencio como un tributo de respeto y reconocimiento a su fantasía, además a su sentimiento como ser humano.
(Libro: Leyendas y Relatos de Durango Antiguo, de la autoría del Prof. Manuel Lozoya Cigarroa)